SIEMPRE ESTÁS DESHIDRATADO: "La deshidratación leve a menudo se enmascara como una sensación de hambre, cuando en realidad tu cuerpo sólo necesita fluidos", dice Alissa Rumsey, RD, portavoz de la Academia Americana de Nutrición.
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La confusión ocurre en el hipotálamo, la parte del cerebro que regula tanto el apetito como la sed. Cuando la deshidratación se establece, los cables se cruzan en el hipotálamo, lo que te lleva a buscar una bolsa de papas cuando tú realmente necesitas una botella de agua. "Para prevenir esto; lo primero que debes hacer es comenzar con un vaso de agua a primera hora en la mañana", aconseja Rumsey. "Si sientes hambre, y nos ha bebido mucha agua durante el día, intenta tomando un vaso de agua y espera de 15 a 20 minutos para ver si tu hambre desaparece."
MANTIENES CON SUEÑO: En el momento en que te despiertas; después de una noche de mal sueño, dos hormonas relacionadas con el apetito ya han comenzado a conspirar en tu contra. "Poco sueño puede llevarte a niveles crecientes de grelina, una hormona que estimula el apetito, así como disminución de los niveles de leptina, una hormona que causa la sensación de saciedad", dice Rumsey. La falta de sueño constante te puede llevar a que tengas un hambre voraz. Después haber dormido muy poco, es muy probable que tengas fatiga grave y confusión mental. Tu sistema, desesperado por una inyección de energía, provoca antojos de carbohidratos de azúcar, incluso si no tienes hambre. Debes dormir al menos entre 7 y 8 horas en la noche para poder escapar a este tipo de hambre.
TE GUSTAN LAS COMIDAS ALTAS EN CARBOHIDRATOS Y ALMIDÓN: ¿Has notado cómo después de comerte una rosquilla o una galleta te dan ganas de comerte una tras otra? ... hasta que quedan solamente migajas? Ese es tu cerebro, drogado con carbohidratos y almidón. Los carbohidratos simples, del tipo de alimentos que se encuentra en la harina blanca con azúcar; como pasteles, galletas dulces y saladas, eleva tus niveles de azúcar rápidamente, haciendo que bajen rápidamente después. Esa caída de azúcar en la sangre provoca hambre intensa por más carbohidratos, y así el ciclo continúa. ¿Cómo evitar esta montaña rusa de niveles de azúcar? Simplemente deja de consumir carbohidratos, ya que estos simplemente brindan una satisfacción momentánea; y en vez de eso, comienza a consumir frutas y frutos secos.
SIEMPRE TIENES ESTRÉS: ¿Quién no ha tenido que lidiar con una jornada de trabajo de alta presión y después salir a buscar unas deliciosas donas azucaradas? Buno; el estrés tiene una manera disimulada de causarte una terrible hambre. Cuando estás tenso, tu sistema aumenta la producción de las hormonas del estrés; adrenalina y cortisol, dice Rumsey. Los niveles elevados de estas hormonas engañan a tu sistema haciéndole creer que está bajo ataque y que necesita energía, por lo que tu apetito se despierta rápidamente. El estrés también reduce los niveles de la serotonina química del cerebro, y además te puede hacer sentir hambre cuando no es así. Si te sucede esto, entonces debes considerar tomar algunas clases de yoga; o practicar algún deporte para que puedas controlar la producción de esas hormonas de estrés.
BEBES DEMASIADO ALCOHOL: Ese cóctel antes de la cena o una copa de vino con la intención de abrir el apetito antes de la cena; en realidad hace justamente eso, estimular la sensación de hambre, incluso si tu estómago está lleno. Un pequeño estudio publicado en la revista Appetite respalda esta afirmación; afirmando que las personas eran más propensas a consumir alimentos altos en calorías después de beber alcohol. Y debido a que el alcohol deshidrata, puede engañarte; haciéndote creer que necesitas comida cuando tu cuerpo está realmente pidiendo agua. Compensa el efecto; comiendo antes de beber, y asegúrate de alternar tus cócteles con agua para mantenerte hidratado, y así prevenir el hambre.
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